Secretos

La protagonista de nuestra historia descansaba acurrucada junto al vientre de su madre y en contacto con la piel de sus hermanos; juntos se daban calor y esa sensación de seguridad que hasta los seres más inocentes necesitan para poder dormir a pierna suelta; su vientre se encontraba lleno de leche y necesitaba descansar para recuperarse del trauma que supone el nacimiento: presiones que le empujaban hacía una salida incierta; los nervios de su madre y de sus hermanos; hasta llegar a tomar ese primer aliento de aire fresco que la situaría en ese tablero de ajedrez que es el mundo. Su primer recuerdo tras salir de la barriga de su madre sería el contacto de su lengua, húmeda y cálida, que con sus asperezas recorrió toda su piel para liberarla de la placenta que la había protegido hasta entonces y dejarla brillante; nunca olvidaría esa sensación ni ese acto de su madre, que lejos de separarla de ella, las uniría para siempre con un lazo invisible alimentado de olor, tacto y sentimiento...