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Almudena Martín

 Os comunico que acude el nombre de la inspectora Almudena Martín, a mi cabeza cada vez con más asiduidad. Empiezo a imaginar misterios a resolver en los que no puedo dejar atrás al Arturo Franco y a Sole, su sagaz esposa. Creo que volveré a centrarme en las calles de Granada, que es lo que más conozco. Y desde luego, por más que intente alejar la historia de mi vida, habrá mucho de mí y de mis vivencias de los últimos años, que han sido muy ricas en cuanto a acciones y a las personas que he conocido. Os mantendré informados.

Despedida sin adiós

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 Despedida sin adiós Es un adiós sin distancia, Un distanciamiento sin adiós. Si nuestra relación fuera un árbol, cortaste las últimas ramas con flores el día que utilizaste mi te quiero para darme un pisotón. En las despedidas definitivas no aparece la palabra maldita. Adiós es un aviso, un reclamo para llamar su atención. El árbol está talado con un hacha de filo oxidado, yermo por la sal con la que regaste la tierra con frías paladas de desaires. Tú eres feliz por tener lo que quieres, yo lo seré cuando aprenda a vivir lejos de esta ficción. José Luis López Recio

Cantar de una traición

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  Recibió un espadazo en el vientre, frío como el agua que baja helada de la montaña. Se rehízo del golpe para lanzar tres mandobles que solo hirieron al aire espeso con hedor a muerte que la rodeaba. Retrocedió un paso y logró parar otro ataque hasta que en aquella mañana de verano recibió una estocada mortal que le atravesó el corazón. Su rival, su mejor amigo. Aquél que mejor conocía sus debilidades. Sangre y sudor se confundían con la llamada de la muerte. El soldado alzó la voz. —Te he visto.— Y la muerte dudó. —Me he batido con nobleza.— Prosiguió— El honor ha sido mi camino. Con un caballo viejo, sin yelmo y sin escudo, luché con arrojo frente a rivales con los colmillos torcidos. Y me mató la traición. Permite que cumpla mi destino. Semanas después apareció a las puertas del Convento de Santa Isabel la Real, un soldado: vestía capa parduzca y vieja. Sombrero y botas desgastadas. Llamó a la puerta. Volvió a llamar sin lograr que la abrieran. Tras esperar un día entero, entonó el

Es tiempo de responsabilidad individual

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Este cambio de fase poco afecta a mi vida austera de trabajador afectado por un ERTE que no ha ingresado ni un céntimo desde primeros de marzo. Entiendo que la sociedad no puede seguir paralizada a la espera de una vacuna que todavía no existe.  Estamos atrapados en una casa que se hundirá en mitad de una ola gigantesca en la que se acaban el agua potable y la comida: salir asusta pero no hacerlo es un suicidio. Hay miedo. Es tiempo de responsabilidad individual. Del Gobierno hace tiempo que no me fío, casi todo lo ha hecho mal y nos ha arruinado con compras de material inservible a empresas fantasma, nos ha privado de libertad y su prioridad ha sido salvar el culo y perseguir a quienes se han atrevido a discrepar. Hay miedo por no ver miedo en las calles. Desde los principales medios de comunicación, aquellos que en gran medida dependen de publicidad institucional (la que paga el Gobierno) nos han mostrado una vida de color de rosa, de aplausos, música y héroes y nos han ocultado la r

El síndrome de La vida es bella

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El síndrome de La vida es bella   Recordamos la banda sonora que compuso Nicola Piovani para la película "La vida es bella" (1997), basada en una historia real y plasmada en el libro "Así derroté a Hitler", con la que Roberto Benigni se hizo internacionalmente conocido en la ceremonia de los Oscar de 1998 al obtener las estatuillas a mejor actor, mejor película extranjera y mejor banda sonora. "La vida es bella" se localiza en la Italia ocupada por los nazis. Guido, el personaje protagonista que interpreta Benigni, tras vivir una preciosa historia de amor de la que nunca podremos olvidar aquella frase de —Buenos días, princesa—, con la que conquistó a Dora (Nicoletta Braschi), se casan y tienen un hijo. En 1945, seis años después, son hechos prisioneros por ser judios y encerrados en un campo de concentración. El ingenioso padre de familia idea un juego para que su hijo se mantenga al margen de la terrible realidad del Holocausto. Le cuenta que se tr

Y tú desde la azotea mirabas la misma luna

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  Y tú desde la azotea mirabas la misma luna   Y tú desde la azotea mirabas la misma luna a la hora de los recuerdos rotos del coronavirus.  Campanas y aplausos despiertan el monólogo del silencio en la hora de la reunión de sonrisas y saludos con caras de vecinos de quienes no conoces el nombre: la señora mayor en bata del pelo blanco con un gato tricolor que se asoma a la ventana; el niño rubio de enormes pulmones que ahuyenta al virus con su vuvucela azul; la chica solitaria del balcón de la esquina que practica zumba a las diez de la mañana y come un trozo de bizcocho a las seis de la tarde asomada a la ventana de su cocina; el señor serio del cuarto piso al que se le escapa alguna sonrisa al ver soplar la vuvucela al niño de gran pulmón; los estudiantes del tercero que sacan el altavoz y saltan mientras suena una canción. Seres atrapados en una realidad que no imaginaron, en un paréntesis de sus vidas que los conduce a una realidad que produce vértigo. Asomado a mi balcón contemp

Ni lobos ni ovejas: seamos personas

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En estos días de ánimos exaltados me repito cada vez que publico aquella frase que me decía mi maestro en el colegio de Pinos: López, cuente hasta diez antes de levantar la mano. Me debato entre el discurso tranquilizador dirigido a los más exaltados que por más que les asista la razón nos conduce a un enfrentamiento en el que se llega al fracaso de la inteligencia a través del insulto directo y la muerte del diálogo, y el discurso que remueva a las ovejas de un rebaño que agrupadas confían en que el ataque de la manada de lobos pille a la que tiene al lado y no se mueve ni alza la voz. Me entristece haber tenido que bloquear a personas con las que tenía contacto a través de las redes sociales desde hace años por atacarme con insultos, sin argumentos ni intento de diálogo y culpo al Gobierno que se dedica a difundir un mensaje de buenos y malos. Que no os engañen, nosotros poco podemos hacer salvo estar encerrados. Es el Gobierno quien tiene la responsab