Dos noches sin dormir del todo; dos días sin dejar de soñar . Hace tiempo que publiqué la última entrada en Age quod agis, tras la misma fueron muchas las personas que dejaron comentarios, me escribieron mensajes o incluso me llamaron por teléfono para animarme a ESCRIBIR. En estos últimos meses he estado muy ocupado con un trabajo que me absorbía por completo, no se hacer las cosas de otro modo y siempre lo doy todo cuando emprendo alguna acción, es lo que me ha salvado de pensar que he perdido por completo el tiempo: he aprendido cosas sobre mí y sobre el mundo que me rodea; he conocido a gente de la que con toda seguridad escribiré; me he dado cuenta de la pobredumbre del mundo de los negocios y he confirmado otras muchas que ya sospechaba sobre la cortedad mental y moral que rige las finanzas. Granada, mi querida Granada, se me antoja ahora como un lugar mucho más pequeño, como la madre que empuja a sus polluelos para que salgan del nido y busquen fortuna fuera de su reino. ...