Un beso de los de verdad

Tras despedirse de su madre, Anita salió del comedor hasta su dormitorio a toda prisa; cogió la primera muñeca que le regaló su padre, que era su preferida y se sentó en la cama. - Pili,- dijo al trozo de plástico con forma humana,- me parece que papá ha hecho de nuevo algo que ha enfadado a mamá. Estoy asustada porque siempre las paga conmigo y no se da cuenta de que yo quiero que papá esté siempre con nosotras. Creo que le da envidia de que me quiera a mí más que a ella. Ahora voy a presentarte a los perritos de Sara; son muy bonitos, parecen ositos de peluche. ¡No te asustes! Yo les diré que eres mi amiga y que no te hagan daño. ¡Vamos! La niña de siete años se puso en pie de un salto y corrió hasta la habitación donde se encontraba la camada; miró a su muñeca Pili y le hizo un gesto para que guardara silencio, tal y como lo había hecho un rato antes Virtudes con ella. - Tenemos que estar en silencio porque son muy pequeñitos y necesitan dormir con su mamá...