Enamorarse es bajar sin frenos por una calle serpenteante
Enamorarse es bajar sin frenos por una calle serpenteante en plena madrugada: no ves el final ni te importa, solo deseas alcanzar al ser amado. En ocasiones, muchas, caerás al suelo, pero es tal la emoción que se vive en el descenso que en cuanto comienzas a sentir que las heridas cicatrizan, y pese a haberte prometido no repetirlo, vuelves a lanzarte a tumba abierta.
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Cuesta Gomérez |
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