El escritor ha de ser honesto con el lector

El escritor ha de ser honesto con el lector. De algún modo, cuando alguien lee una obra que llega a sus manos, deposita su confianza en la honestidad y en el sentido común del escritor y no podemos fallarle. Aunque el arte de contar historias se basa en parte en jugar con la realidad para lograr que esta atrape al lector, el escritor no puede incumplir las normas de la lógica y el sentido común.

"Julia y los ordeñadores de hormigas" está situada en Pinos Puente, mi pueblo natal y Granada. Al tratarse de dos lugares sobre los que tengo un gran conocimiento, tuve en todo momento la tentación de conducir a los personajes a aquellas zonas más conocidas de la ciudad: en el caso de Pinos Puente habría sido el puente en el que el emisario de Isabel la Católica diera alcance a Cristóbal Colón; y en el caso de Granada, la tentación se llamaba Alhambra.

Pero, ¿habría resultado creíble? No lo creo. El granadino, el que desarrolla su vida en Granada, no suele pasear por la Alhambra salvo en contadas ocasiones que suelen coincidir con la visita de algún amigo de fuera que viene a visitar Granada, de modo que haber situado allí la acción de "Julia y los ordeñadores de hormigas" habría resultado forzado, incluso habría dado la sensación de que, como autor, había querido aprovechar el enorme tirón que tiene la Alhambra en todo el mundo para hacer que mi obra resultara más atractiva.

Opino que quien escribe ha de ser honesto, ha de observar la realidad y plasmarla tal cual, incluso cuando dentro de la historia que se relata sucedan hechos poco comunes, estos han de tener una razón de ser y atenerse a ciertas reglas. La historia ha de prevalecer sobre el  lucimiento del escritor y sobre ideas oportunistas, más propias del mercadeo que de la literatura.

En el caso de "Julia y los ordeñadores de hormigas", los personajes se mueven por las calles del centro de Granada: Facultad de Derecho, San Jerónimo, Mesones, Facultad de Medicina, Avenida de la Constitución, así como en el cementerio y en el Sacromonte. Pero no de un modo forzado, tiene su razón de ser que los personajes lleguen hasta el Sacromonte, uno de los barrios más atractivos de Granada.

Hay novelas en las que una ciudad, incluso un edificio, cobran tal importancia que pasan a ser uno de los principales personajes, no es el caso de "Julia y los ordeñadores de hormigas". No descarto escribir algún día alguna novela en la que Granada, incluso Pinos Puente,  puedan considerarse  personaje de la misma. Cuando lo haga sí pondré especial empeño en hacer destacar la Alhambra, el Albaicín, el Realejo, la Catedral, la Capilla Real, pero en mi primera novela no tenía sentido que los personajes principales, estudiantes de primer curso de Derecho, desarrollaran sus vidas en estas localizaciones.

Ante todo, amigos que comenzáis a escribir, fijaos en la gente invisible, la gente cotidiana que os cruzáis por la calle, pues salvo en el caso de que vuestros personajes sean miembros destacados de la sociedad, es la vida de la gente invisible la que vais a reflejar.

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— José Luis López R (@joselop44) 26 de enero de 2017