Daños de la verdad al desnudo



Hemos de medir nuestras palabras cuando nos pidan una opinión sincera, pues no es sencillo saber si el amigo que nos la reclama es capaz de soportarla libre de máscara, desnuda y descarnada.
En ocasiones, la verdad, incluso si es dicha con la mejor de las intenciones, no compensa el daño que podemos hacer al pronunciarla.



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