Sobre príncipes y ranas
La lluvia persiste y ya empieza a cansar. He encontrado una
rana que buscaba refugio del agua. Me ha producido tanta ternura la imagen que
la he cogido pensando que conmigo estaría mejor; la he situado sobre mi hombro
izquierdo y cuando reemprendía mi marcha me ha dicho al oído:
—Ni busco un príncipe azul ni eres mi tipo; ni se te ocurra
besarme.
Al principio me he quedado atónito—ni las ranas quieren mis
besos—, pero tenía razón. Yo quise ver en la rana a una bella princesa a la que
salvar de vivir en los charcos; pero no era más que una rana y su naturaleza la empuja a querer vivir en ellos.
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