La casa de Castril


En la Acera del Darro, cerca del Paseo de los Tristes y  frente a la Parroquia de San Pedro y San Pablo, está situada la Casa de Castril,  uno de los edificios más bellos que tenemos en nuestra ciudad.
 Al finalizar la Guerra de Granada, Isabel y Fernando, como agradecimiento por los servicios prestados, otorgaron el Señorío de Castril a Hernando de Zafra,  su secretario, junto al permiso para construirse una casa frente a la Alhambra. Sería su nieto quien ejerciera tal permiso allá por el año 1539.
Aunque se ha atribuido la construcción de su portada de estilo plateresco,  a Diego de Siloe, lo arbitrario de su composición parece indicar como autor de la misma a Sebastián de Alcántara, uno de sus discípulos, quien ya trabajara con  Jacobo Florentino en la construcción de la Capilla Real. Destaca en la misma, la finura del modelado de sus temas así como una gran opulencia. Aunque lo que más llama la atención es un balcón en esquina que se encuentra cegado, que consta de pilastras y columna central y que tiene arriba el lema: “Esperándola del Cielo”.

Cuenta la leyenda, que Hernando de Zafra no era una persona muy querida en la ciudad, pues trataba con desdén y altivez a los granadinos. Su esposa falleció muy joven y como única familia le quedó Elvira, su hija de quince años. La joven se enamoró de Alfonso de Quintanilla, miembro de una familia rival. Una tarde, mientras estaban los dos amantes en el dormitorio de Elvira, Luisillo, un paje de la casa que servía de cómplice a dichos amoríos, al escuchar que entraba en la vivienda Hernando de Zafra, subió a avisar a los jóvenes amantes. Alfonso tuvo tiempo de escapar por el balcón, pero al llegar al dormitorio el padre de Elvira, se encontró a su hija semi desnuda en compañía del paje. Montó en cólera y ordenó que lo ahorcaran allí mismo, pensando que era el causante de la deshonra familiar. El paje pidió por su vida, gritó su inocencia e incluso llegó a suplicar ayuda divina y, Hernando de Zafra le respondió: “Colgado quedarás, esperándola del Cielo”. A continuación, ordenaría tapiar el balcón y esculpir la frase “Esperándola del Cielo”, como aviso a los posibles pretendientes de su hija, quien desesperada por el encierro, no tardaría en quitarse la vida tomando un frasco de veneno. Hay quien dice haberse encontrado, vagando por las estancias de la casa, a una dama de blanco.

En la Casa de Castril,  se encuentra instalado desde 1923 el Museo Arqueológico. En la actualidad lleva cuatro años cerrado al público y  yo quiero aprovechar esta oportunidad para solicitar su apertura a la mayor brevedad que sea posible. Granada tiene como uno de sus principales motores económicos el turismo y no se puede permitir el lujo de prescindir del museo arqueológico. Se trata de una cuestión cultural pero también económica. Por ello considero mi deber como ciudadano exigir su apertura. Que no se use la cultura como arma arrojadiza en nuestra ciudad, pues es un tema de vital importancia para Granada.
¡Que no tengamos que esperar la ayuda del Cielo!



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