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Mostrando entradas de marzo, 2011

11 M

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Hoy me he despertado tarde; tal vez porque es uno de esos días que traen recuerdos tan trágicos, que prefiero que pase como si no me recordara nada, pues es realmente doloroso. Me he conectado al facebook y me he encontrado con citas referentes al 11 de marzo entre muchos de mis contactos. De manera inevitable ha venido a mi memoria el momento en el que me enteré del desastre. Al principio de la noticia parecía que había unos pocos muertos, pero la suma de los mismos se elevó durante el curso de la mañana hasta cifras insoportables. Me encontraba en una cafetería de la Facultad de Derecho, preparábamos un debate para unas elecciones universitarias y ahora vuelve a mí aquella misma sensación de dolor e impotencia, unida a la rabia. Una de mis hermanas se encontraba en Madrid, intenté llamarla pero no respondía. El decano no tardó en reunirnos para aplazar todos los actos del día, sin duda le asistía la razón, pero aquella rabia provocó en mí una reacción contraria. Ya habíamos sufrido e

En el que Brisa, pasa a formar parte de la familia Berenguer

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Con el tronco bajo el brazo y la bolsa con las piñas y el musgo en la mano, padre e hija caminaron de vuelta a casa, donde les esperaba la chimenea y el par de solomillos que habían sacado del congelador. Nacho se preguntaba, sin decir nada a Anita para no preocuparla, qué había provocado la huída del jabalí; jamás había visto algo semejante. El jabalí es un animal muy fiero que cuando se lanza al ataque resulta imparable, pero el modo en que se había frenado en seco, casi podría decir que vio pánico en los ojos de aquella bestia. Al llegar a la casa, Anita se sentó frente a la chimenea y abrió el libro que había comprado el día que Virtudes fue invitada por el hijo del librero a una cita. Aunque se sentía profundamente cansada; con uno de esos cansancios que hace que te pese todo el cuerpo; así que se recostó en el sofá para seguir con las aventuras de su héroe literario y terminó derrotada por el sueño. Mientras tanto, Nacho había ido a la cocina a ver cómo estaban los solomillos. Se

En el que Anita es atacada por un jabalí

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A la muerte de sus padres y pese a la insistencia de su esposa, Nacho, no quiso cambiar el mobiliario de la casa de la montaña; él siempre la quiso tal y como la recordaba cuando era pequeño y vivía sin preocupaciones. Cuando entraba en aquella cocina, siempre venía a su olfato el olor a los guisos de carne de caza que permanecían durante horas a fuego lento, con un hervor controlado y calmo que provocaba pausadas y rítmicas explosiones de vapor en su superficie. La cocina conservaba los mismos quemadores de butano, y en el interior de sus muebles guardaba la gigantesca olla de aluminio en la que se hacían los grandes guisos; así mismo conservaba los peroles de porcelana, que por fuera tenían un característico color entre el rojo y el marrón, la mayoría desconchados por el uso. Pero sin duda, la reina de la cocina era la gran chimenea, en la que recordaba una gran olla colgada de un gancho de hierro, en la que se hacía la morcilla de la matanza, y que llenaba toda la casa de un agradab